domingo, 19 de diciembre de 2010

El deporte en la laboral

Para los que procedíamos de pueblos pequeños y familias pobres, (humildes sonaba mejor), la Universidad Laboral de Córdoba fue, como si de repente, descubriéramos otro mundo, del que antes no conocíamos ni su existencia. No voy a poner de una vez todo lo que supuso para mí el poder estudiar en la Laboral.

Me saldría un libro. Lo hare´, con el permiso de Juan Antonio Olmo Cascos, poco a poco.


Hoy quiero centrarme en el deporte.
Cuando recogíamos toda la ropa, en los primeros días de estancia de cada curso, siempre estaba el chándal azul con la letras blancas, las camisetas rojas y el pantalón azul, con los tenis, para hacer deporte. Y uno se quedaba con la boca abierta: ¡para hacer deporte! Yo nunca había hecho deporte. Había jugado al fútbol o al “toque” en el patio de la escuela y al baloncesto, cuando pusieron unas canastas, pero hacer deporte, como tal, no.


La sorpresa era aún mayor cuando, en fila creo recordar de dos, nos llevaban hasta las pistas de atletismo. ¡Madre mía! Allí jugaban al balonmano, baloncesto, fútbol, gimnasia y todas las pruebas de atletismo.
Muchas de ellas, como lanzamiento de disco o de martillo, que nunca antes las había visto. Hasta uno de los curas dominicos jugaba al hockey sobre patines. Sin olvidar al montón de piscinas que había y, algo que tampoco conocía, que llamaban sauna. Realmente las opciones para hacer deporte eran inmensas.


Por eso no nos extraño un día ver al equipo del Córdoba CF entrenando en las pistas de atletismo, con el Jefe del Departamento de Educación Física. También usaban la sauna. Todo ello gracias a la modernidad de las instalaciones y al alto nivel del profesorado.

Un día nos comunican que, el que lo deseara, podía ir al partido del Córdoba, gratis. No sé si fue una contraprestación, por el uso de las instalaciones, que sacó el Rector, o fue porque el Córdoba estaba en los lugares de descenso en la tabla clasificatoria y, como quedaban pocas jornadas, necesitaban llenar las gradas para animar al equipo. El caso es que yo fui, junto con muchos de mis compañeros, y tuvimos la suerte de ver al Real Madrid, con Gento o al Córdoba, con Reina en la portería.

La directiva había cesado al entrenador y el sustituto iba a ser Kubala (q.e.p.d.). Aquél día estaba en la grada viendo a sus nuevo equipo y, de pronto se oyó una fuerte voz que dijo: “¡Kubala, este muerto no lo resucita ni tu pare!”. Y tuvo razón ya que el Córdoba perdió ese año la categoría.

Bueno, que gracias a aquellos partidos gratis me hice aficionado al Real Madrid, pero años más tarde, cuando empecé a pensar de manera “inteligente”, me hice del Atlético de Madrid, hasta hoy.

Un saludo a todos.

Esteban Paniagua Sánchez

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