lunes, 31 de enero de 2011

La revista VÍNCULO, baúl de nuestros recuerdos

Soy consciente que es imposible guardar todos los recuerdos de una vida. Pero con el paso de los años nos damos cuenta lo felices que nos hubieran hecho ahora, si hubiéramos guardado muchos objetos y escritos que, en un momento de nuestra vida, nos hicieron disfrutar. ¡Qué pena el haber quemado un montón de cartas de Pilar, una chica de Granada que conocí en la UNI un 8 de diciembre y fuimos novios “epistolares” durante un tiempo! ¡Y qué pena no haber guardado todas las revistas VÍNCULO que llegaban, periódicamente a nuestra casa!

Viene todo esto a cuenta por la última de la revistas VÍNCULO que el compañero Francisco Limonche Valverde a enviado a la página de Juan Antonio Olmo y que ha quedado puesta en la Memoria Histórica. Y aprovechando esto he leído, un poco más a fondo, las revistas VÍNCULO, que aparecen en ese apartado. Son pocos números, desgraciadamente, pero sí son portadores de una maravillosa información, de los hechos que acontecieron y sus protagonistas (nosotros), que nos abren las vías de nuestra memoria hasta visualizarlos en tiempo real.


Recordando a través de cada una de sus páginas

El compañero José Antonio Miller Cortés envió una recopilación de las fechas más importantes de la UNI y, Luís Alfredo Montes de Neyra García, varios número completos. En el número 8 de marzo de 1.967, me ha gustado ver la foto del Padre Cirilo, escribiendo sobre el Concilio. En el número 11 de marzo de 1968 aparece la despedida del Rector, Padre Cándido Aniz y el juramento del nuevo, Padre Jacinto Hoyo. También aparece una poesía muy simpática de los “Apellidos en la UNI”, firmada por Campoy, que recuerda la variedad de apellidos que convivían en la Laboral.



En el número 14 de 1969, aparece una breve carta de un padre, Gabriel Melgosa, que muestra su gratitud hacía todos los que tuvieron que ver con la formación de su hijo, Carlos Melgosa Padrones. También hay dos decálogos: Decálogo de la educación física y el decálogo del auténtico deportista. Y entre varios escritos de los alumnos, descubro uno de Santiago Rodríguez López, al que recuerdo con bastante nitidez: era de Toledo y un buen compañero. Junto con otro paisano calcularon los habitantes que había en la nueva urbanización que vivían en Toledo. Y, también me veo a mí, escribiendo bondades del ministro José Antonio Girón de Velasco, al que visitamos en su casa de Málaga. ¡Qué tiempos aquellos!


Llegó la sauna a la Universidad


En el número 15 de diciembre de 1969, enviada por Francisco Limonche Valverde, aparecen las poesías enviadas por él. Una dedicada al “Dolor” y la otra llamada, “Canción al trabajo”. Un nuevo artículo de Santiago Rodríguez López y, aunque su nombre aparece en otras, le nombro aquí, a Carlos Llacer Molina, por el artículo que escribe, aunque además era un buen compañero con uno de los mejores expedientes del colegio, siendo galardonado por ello en varios años.


También aparece un listado con la procedencia de todos los alumnos y, de Cáceres estábamos 17, de Zamora 3 (la que menos) y de Córdoba 261 (la que más). Y, aunque su nombre aparece en otras revistas, en esta aparece Agustín Moreno Moya, con el que estoy fotografiado junto al Padre Cirilo en mi ficha, como artífice de haber conseguido los records de 3000 y 1500 metros lisos. De verdad que se lo trabajaba bien entrenándose, tanto en las pistas de atletismo como junto al canal. Recuerdo que, casi siempre me ganaba a las damas, en la sala de juegos de los sótanos del colegio Gran Capitán. También recuerdo a Álvaro Atienza González que tenía el record en 800 metros lisos.


En este año instalaron la sauna, muy próxima a los gimnasios y, allí entramos por primera vez. Fue una experiencia increíble que he seguido utilizando a través de los años. Y termino con algo, que aparece en todas las revistas, que a muchos nos gusta recordar: el listado de películas que nos proyectaban en el cine.

Como ya he dicho alguna vez, la Laboral forma parte de nuestra historia y nosotros formamos parte de la historia de la Laboral. En la MEMORIA HISTÓRICA de esta página, están reflejados muchos de los recuerdos de aquellos inolvidables años.

sábado, 22 de enero de 2011

El padre Roces

Con el paso de los años no sé ni por los colegios que pase, durante los años que estuve en la Laboral de Córdoba. Si se que empecé en San Rafael, que estuve en el Gran Capitán y termine en San Alberto. Pero me queda la duda de si estuve o no en el colegio Juan de Mena. Para Miguel Ángel Hernández “Otto”, pasamos de San Rafael al Gran Capitán, dejando al medio al Juan de Mena.

Sea como fuera, si recuerdo que en el Gran Capitán vimos cumplido nuestro deseo de salir a desfilar, la mitad de las filas por cada lado de la piscina central, ante cada festividad en la que todos los colegios formaban en el patio central. Siempre era el último colegio en salir y, se nos iban los ojos de envidia hasta que llegaban a su lugar. El escuchar su himno era otro motivo más de envidia.

En algún lugar de esta página creo que he vuelto a ver la letra del himno del colegio Gran Capitán y, aunque hay algunas estrofas en las que no recuerdo su música, el volver a tararearlo ha sido una alegre sensación. Aquello de: “Siempre el primero en el triunfo, mi colegio Gran Capitán”, no se olvida nunca.




El Padre Roces

El estar en el colegio Gran Capitán creo que era algo distinto de los otros colegios. La veteranía se palpaba, ante cada comienzo de curso. Ya no éramos unos niños y así nos trataban los “curas” que con nosotros estaban, encabezados por el Padre Roces. Tristemente no recuerdo al resto de dominicos a excepción del Padre Casañas y creo que el hermano Peñamil.


Pero aunque nos sintiéramos veteranos había algo en lo que no habíamos progresado mucho: el saber comer. Yo creo que el Padre Roces, como todos los curas que compartían la comida con nosotros, era consciente de nuestras deficiencias en la mesa. Y un día nos comunicaron que nos darían clases para aprender a comer y que el profesor sería el mismo Padre Roces.


“En la mesa y en el juego se conoce al caballero”, fue la primera frase con la que justificó aquellas clases. Y para los chavales como yo, que veníamos de comer todos en la misma cazuela, aquellas clases fueron todo un descubrimiento. El aprender a utilizar los cubiertos, sentarse, limpiarse la boca antes y después de beber, utilizar un poco de pan con cada cucharada y hasta el pelar las naranjas con el cuchillo y el tenedor, fueron algunas de las cosas que aprendimos en aquellas clases.




La importancia de la Laboral en nuestras vidas.


Más allá de los estudios que realizamos cada uno de nosotros, en la Universidad Laboral recibimos unos conocimientos que, por lo menos a mí, me fueron muy útiles en mis relaciones con los demás. El formarnos como personas fue algo que, con el paso de los años, valoramos de una manera más profunda. Sé, porque lo vi, que a varios compañeros les repartieron los curas dominicos, algunas “hostias” y esos recuerdos nunca son agradables.


A mí no me tocó “recibirlas” pero me sorprendía que padres, como el Padre Casañas o el hermano Pedro, pegaran a compañeros de clase. Viéndolo, en la distancia, aquellos castigos estaban fuera de lugar. ¿Qué podíamos hacer nosotros que fuera merecedor de aquellas tortas?



Vamos a quedarnos con lo bueno, que es mucho y, especialmente la cantidad de amigos y compañeros que tuvimos la suerte de conocer y, a todos los dominicos que se volcaron en nuestra educación y formación, como el Padre Roces (q.e.p.d.), Padre Zabalza, Padre Cirilo, etc.

jueves, 6 de enero de 2011

¡He hablado con el Padre Zabalza!

La causa por la que conocí la existencia de esta página, fue buscando noticias del Padre José Luís Zabalza. Quería saber donde estaba y poder saludarle. No eran otras mis pretensiones. De los “curas” que estuvieron junto a nosotros en la Uni, él ocupaba un puesto privilegiado en mi memoria. No sé si fue por ser el primer director que se hizo cargo de nosotros en el Colegio San Rafael o porque luego lo tuviéramos también en otros colegios de director. Para mí, él tenía algo diferente de los demás “curas”.

Había intentado localizarlo, desde hace años, cuando trabajaba en la empresa Laboratorios Cinfa de Pamplona. Nunca se me olvidó que él era de Navarra y, aparte de los hermanos que tenía que también eran “curas”, tenía uno entrenador de fútbol que entrenó durante muchos años al Osasuna. Pero no sé si era porque no ponía el suficiente énfasis en la búsqueda, que los resultados no fueron los deseados.

¡Hoy he hablado con él!

Desde que Juan Antonio Olmo Cascos me facilitó su dirección y teléfono, le he llamado en varias ocasiones y, unas veces por no encontrarse en el convento y otras por no responderme nadie, los días iban pasando. Pero hoy, 30 de diciembre de 2010, por fin, he podido hablar con él. Y de verdad que me siento como un niño con zapatos nuevos. Por supuesto, yo lo daba por seguro, que mi nombre le podría sonar pero de acordarse de mí hubiera sido un milagro. Eso no me importaba. Lo importante ha sido que yo sí le recordaba a él.

En la corta charla, para mí, que hemos mantenido muy poco le he podido decir. Que nos recibió en el Colegio San Rafael y que estuvo ligado a nosotros hasta el final de la Maestría. Que mis recuerdos se mezclaban y también que no había olvidado como en los exámenes de Religión, nos pedía utilizar medio folio o incluso medía cuartilla, para responder las preguntas. Por supuesto que también le he preguntado por su salud y, por lo menos a través del teléfono, me ha parecido que se mantiene más o menos bien.


Fallecimiento del Hermano Pedro
Al final, con la mayor rapidez posible, ya que el momento de mi llamada no le vino muy bien, al estar haciendo algo, le pregunté por varios Dominicos que también estuvieron a nuestro lado en aquellos años. Y el primer golpe me lo llevé de lleno, con el primer nombre: El Hermano Pedro. Me contestó que había fallecido. Me quedé unos segundos sin habla, ya que siempre le recuerdo con cariño. ¡Cuánto me ayudo a mí, el primer año, este hermano Dominico! ¡Hasta mis Padres le mandaron un paquete con un regalo! Recuerdo como dio la cara por mí ante el profesor de matemáticas, Sr. Canalejo Cantero. ¡Que Dios le tenga en su gloria!

El Padre Cirilo me dijo que estaba en Cuba. ¡Qué buen recuerdo tengo de él! Era todo bondad. De Fray Peñamil que está por Madrid y el Padre Casañas que está por Las Palmas. Y de Fray “Bombilla”, (siento no recordar su nombre), no recuerdo lo que me dijo. Y ya no le pregunté por nadie más. Le apremiaban y deseándole un feliz año nuevo, me despedí de él. Me faltó preguntarle por el Padre Nemesio, gran melómano y, por el querido Padre Roces no le pregunté al ver en la página que había fallecido.


En resumen que hoy mis recuerdos se han encontrado con mi pasado y de verdad que me encuentro feliz. El poder hablar con el Padre Zabalza ha supuesto para mí una intima satisfacción y, el poder decirle, ¡Gracias por todo lo que hizo por nosotros!, ha sido una gozosa obligación.