sábado, 30 de abril de 2011

Los recuerdos de la UNI


Poetas entre martillos y soldaduras

Debo reconocer que admiro a los compañeros de la Laboral, como Antonio Bustos Baena, Antonio Bravo Céliz, José María Camacho Rojo o el libro de Javier Narbaiza, lamentando el no disponer de más tiempo para profundizar en los blogs de todos los compañeros que colaboran en la página. Pero a la calidad con la que fabrican sus escritos unen algo que para mí es casi un imposible: una memoria fotográfica de aquellos años, tanto de las situaciones vividas como de los compañeros protagonistas.


Con sinceridad les envidio sanamente, ya que el desear revivir aquellos años, con la mayor claridad mental, es un objetivo al que ya he renunciado. La memoria es caprichosa y, unos hechos han desaparecido por completo de mi vida y otros aparecen como si los hubiera vivido ayer. Pero lo bueno de hablar con los compañeros o leer sus recuerdos es que actúan como una llave en el subconsciente y, sin el más mínimo esfuerzo, aparecen otros recuerdos paralelos o nuevos que te llevan a recordar a otros compañeros. Al final, todos se interrelacionan formando un todo que, a la postre, no es otra cosa que nuestra forma de vida de aquellos años.


¿Poesías o rimas de adolescentes?

No tengo la repuesta para conocer las razones por las que unos jóvenes, que empezando a descubrí el amor y las emociones que provoca, comienzan a escribir rimas en las que sueltan todos sus deseos y sueños. Yo, que también escribí alguna aquellos años, copié y guardo como un pequeño tesoro y homenaje a su autor, unas poesías del compañero Andrés Flores Martín que me gustaron. Dicen así:


¡Oh cielo!
¡Oh rosa!
¡Oh querida!
¡Oh preciosa!
**********
Cada vez que me diriges
Tu mirada sonriente
Y siempre que tú me besas
Con esos labios ardientes.
Se me abre el corazón
Para que en él tú penetres
Para cerrarlo después
Y guardarte hasta la muerte.

A mí me dio por hacer rimas a los compañeros pero, desgraciadamente, nos las guardé en su totalidad. Recuerdo los primeros versos de la que hice para el aula, uno a uno, a todos los compañeros. Decían así:

El primer lugar lo ocupa
El simpático ALGUACIL.
El fútbol le da locura
Y la portería es su fin.
Le sigue ALONSO GOZALO
Sin dudar un buen chiquillo.
De Palencia es el zagal
Y se dice el “amiguillo”.
ALVAREZ va detrás
Con sus pobladas patillas.
¿…?
¡Bah! Gallego de pacotilla.


Rimas que perpetuan nuestros recuerdos

Los cambios de casa y la “limpia” de papeles que en algún momento de nuestras vidas hicimos, fueron los causantes de la perdida de todas las rimas a los compañeros. Hoy lo lamento. Pero hay una que hice cuando a los chapistas nos dividieron y crearon el grupo de calderería, en el que me incluyeron a mí. Decía así:


Somos doce caldereros
Lo mismo que los apóstoles
Que trabajamos la chapa
Lo mismo que el hierro y bronce.
A los chapistas retamos
A un torneo entablar.
Trabajando donde quieran
Y sobre cualquier material.

Pero la que más recuerdo de aquellos años fue una que hice para una chica “granaina” que conocí un 8 de diciembre en la Laboral. Es un poco extensa por lo que quiero recodar dos estrofas. Dicen así:


Hoy he salido a la playa
Buscando un poco de paz.
Hoy las olas me decían:
¡Tu amor se llama Pilar!
Hoy tu voz suena tan dulce
Que a mi lado hablando estás.
Hoy te he dicho entre mis brazos:
¡Te quiero! ¡Te quiero más!

Recordando el poema del libro “En el nombre del cerdo” de Pablo Tusset, y lo rebuscado y complicado de su composición estas, nuestras personalísimas estrofas, no eran más que explosiones de los sentimientos de juventud, escritos sin la más mínima métrica, pero con una fuerza y una pasión que eran más importante que todo lo demás. Para mí, el recodar todos estos versos escritos en aquellos años de estancia en la Laboral de Córdoba, es revivir unos sentimientos que anidaban en nuestros corazones y que pugnaban por salir entre los martillos y las soldaduras. Como siempre digo, todo esto forma parte de nuestros recuerdos y, por tanto, parte de nuestras vidas que vivimos, nunca mejor dicho, en la Universidad Laboral de Córdoba.

1 comentario:

  1. Compañero Esteban:

    Gracias por esta nueva entrega tuya, siempre entrañables y con gran contenido emotivo.

    Ciertamente las "Laborales" nos marcaron de forma eterna. Hay algo inexplicable en nuestro interior, fruto de aquella especial enseñanza, cuya comprensión sólo está al alcance de las personas que vivimos aquellas peculiares experiencias formativas.

    Un saludo.

    Siro.

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